Solamente la verdad nos hace libres

En la entrada anterior (https://goo.gl/5awAVH) quedó en el aire la pregunta: ¿cuál es la Verdad? Y aunque todavía nos queda un largo camino hasta llegar una respuesta o por lo menos a una aproximación o una pista más clara hacia la respuesta, en esta entrada intentaremos reflexionar sobre lo que implica este concepto, así como su oscura contraparte que no es otra que la mentira. 
Pero antes de entrar de lleno en materia, hagamos una pausa para esclarecer la relevancia de la verdad para el ser humano. Este último, ¿de qué está hecho? ¿De carne, sangre, huesos, grasa? O a un nivel atómico, ¿de Carbono, Hidrógeno, Oxígeno, Nitrógeno, Fósforo y Azufre? Pues sí, el humano está hecho de todo eso... pero falta un ingrediente intangible muy importante... 
De acuerdo a la antropóloga Genevieve Von Petzinger, la especie Homo Sapiens apareció en el mundo hace más o menos 200,000 años. Se trataba de seres con la misma estructura ósea y el mismo tamaño de cerebro que nosotros los humano modernos. Pero lo fascinante del asunto es que durante sus primeros 80,000 años de vida, estos seres tenían un comportamiento meramente animal, llegando solamente a fabricar algunas herramientas simples (cosa que varios primates son capaces de hacer). Pero de pronto, hace más o menos 120,000 años algo pasó con esta especie, que empezó a realizar comportamientos simbólicos. Comenzamos a utilizar símbolos y palabras. Y desde entonces, ya nada sería igual. Era ese el ingrediente que faltaba: la palabra. Estamos hechos en buena medida de palabras. O por lo menos nuestro mundo interior está hecho de palabras y de otros símbolos, además de emociones, sentimientos y estados ánimos. 
Debido a lo anterior, si estamos hechos de palabras y existen tanto palabras verdaderas como palabras falsas (verdades y mentiras), la relevancia de la verdad llega ni más ni menos que hasta el núcleo de nuestra identidad. ¿A qué me refiero con esto? A que si yo defino mi identidad con palabras incorrectas, terminaría por caer en la falsedad, por mentirle a otras personas y por mentirme a mí mismo. Aunque esto pudiera parecer radical, es más frecuente de lo que parece. A menudo las personas equiparamos el fallo que cometimos al realizar una acción con nuestra identidad. Por ejemplo, cuando a alguien se le cae un objeto de las manos y se dice a sí mismo: “soy un tonto”. Pero no, no es lo mismo cometer un acto de torpeza que ser un tonto. Ocurre algo semejante en el aspecto emocional, cuando por ejemplo, me niego a reconocer lo que estoy sintiendo; cuando digo que estoy bien y no es así, o cuando digo que estoy feliz, siendo que en realidad estoy triste o frustrado. 
Si hilamos este tema con el de la entrada anterior y nos preguntamos ¿cuál es la mejor manera de ser libre? La respuesta la podríamos obtener de una frase dicha por Jesús en el Evangelio según san Juan: 

“...y la verdad os hará libres”. (Jn 8, 32) 


Esta afirmación aplica igual para lo que decimos y lo que hacemos, como para lo que somos. Una mentira transmitida a otras personas suele necesitar otras mentiras para sostenerse. En el plano de lo que hacemos ¿cuál es más verdadera: la técnica de alguien que toca un acorde en la guitarra por primera vez o la técnica de alguien que ha practicado ese acorde 10,000 veces? En el plano del ser, a modo de ejemplo podríamos hacer la siguiente comparación: ¿alguien se atrevería a decir que un microprocesador de última generación es basura solamente porque se trabó al ejecutar un virus que lo sobrecargó? Pues no, porque no fue un problema de hardware sino de software. Y lo mismo ocurre con el ser humano: su cuerpo suele ser una obra portentosa de ingeniería biológica, pero a menudo lo que falla en él son los errores o las mentiras que él mismo u otros han programado en su mente, de modo que termina por menospreciarse a sí mismo o a otro ser humano. 

Entonces ¿de qué manera será posible solucionar los problemas que la mentira ocasiona? Al final por supuesto, la solución, la libertad, se encuentran en la verdad, y de forma práctica, podemos acceder a la verdad llamando a las cosas por su nombre. Tal como dice Stefan Molyneux: 

"El principio de la sabiduría es llamar a las cosas por su nombre". 

Pongamos algunos ejemplos en cada uno de los aspectos que hemos mencionado anteriormente: 

  • - En el plano de la comunicación interpersonal: Si una persona me dice que me dejará de hablar si yo no dejo de hablarle a otras personas, y además dice que hace eso porque me ama, la solución será llamar a las cosas por su nombre: en realidad se trata de chantaje. 
  • - En el plano de las actividades: cuando un aparato electrónico resulta averiado, una persona sin conocimientos solo dirá que “no funciona”, mientras que una persona con preparación técnica en ese campo sabrá hacer un diagnóstico, es decir ponerle nombre al problema y llevar a cabo las acciones necesarias para resolverlo. 
  • - En el plano emocional: cuando una persona acude a psicoterapia es común que en ciertos momentos no sepa explicar cómo se siente, sino que solamente sabe que se siente mal. En ocasiones basta que el psicoterapeuta ofrezca ánimos y diga “vamos, atrévete a ponerle nombre a lo que sientes” o que le diga “¿será que te sientes culpable por lo que pasó?” (a modo de ejemplo). Y en el momento en el que el nombre correcto de esa emoción aparece, empieza el proceso de sanación y de transformación. 
  • - En el plano de la identidad: si por ejemplo lastimé a otra persona, en lugar de decir “soy malo” puedo decir “soy una buena persona, pero cometí un error”. Sencillamente porque un acto no define quién soy.  

Si bien es cierto que no podemos transformar mágicamente el mundo solo con palabras, sí que está en nuestras manos transformar nuestro mundo interior con las palabras que elegimos para describir las experiencias que vamos viviendo. En la muerte de un ser querido, por ejemplo, hay un dolor y una tristeza que son inevitables. Pero luego, dependiendo de las palabras que usemos, podemos incrementar o disminuir ese dolor, podemos usar palabras autodestrucitvas o palabras que nos consuelen a nosotros mismos y a otras personas y que también honren la memoria de la persona que se fue. Como muestra comparto las palabras que yo usé para describir lo que viví hace unos cuatro meses cuando falleció mi abuela materna:  
“Mi familia comenzó la semana con el nacimiento de su más nuevo integrante y la terminó con el fallecimiento de la integrante más longeva. Pienso que ambas vidas, la que empieza a florecer y la que se ha extinguido son una ofrenda para la humanidad. La vida que se ha apagado es un lienzo terminado, una ofrenda de hechos que se han cristalizado, de todo lo que ha tenido lugar gracias a la vida de mi abuela: sus hijos, sus nietos, sus bisnietos, sus buenas obras y los valores que transmitió. La vida floreciente de mi sobrino, en cambio, es un lienzo en proceso, una ofrenda de potencial: de ilusión, de sueños, de dones y talentos por descubrir y de experiencias por vivir. Cada vida humana es un don sagrado para el mundo”. 

Comentarios

  1. Miguel Ángel Moreno Mtz 1-e
    La verdad tienen mucho sentido sus palabras ya que la pregunta de donde somos y cuál es la verdad , es la única cosa donde ni el más inteligente puede dar una opinión fija por qué somos tantos y tan diferentes pero a la ves iguales ya que todos somos de carne y hueso pero a la vez todos tenemos diferentes formas de pensar y creer en ciertas cosas que a lo mejor nos ayudan a seguir con nuestra vida y la forma de como vemos el mundo.muy buen escrito :)

    ResponderBorrar
  2. Jose antonio padron barron 3E2
    La verdad me cambio de ver la forma de ver las cosas porque en verdad si no hubiera un orden como todo en el mundo jamás habria pasado lo que somos ahorita como sociedad y en verdad que en nombrar las cosas nos ayuda a comunicarnos y saber que queremos decir para demostrar lo que sentimos

    ResponderBorrar
  3. Aaron Muñiz 3E2
    Las palabras tienen un poder muy importante, con ellas podemos cambiar nuestro entorno y la forma de sentir, con ellas creamos muchas cosas, por ejemplo creamos sentimientos, hay que pensar lo que decimos ...ya que estás pueden causar bien o un mal

    ResponderBorrar
  4. NORA LUZ MARTINEZ NETRO 3A2es una reflexion muy grande esta lectura ya que es muy importante reconocer el significado de las palabras y como algunos les puede afectar pero es importar como pensar antes de decir las cosas ya que estas pueden hacer un gran cambio a nuestro entorno.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

¿Someterte o ser libre? Esa es la cuestión

Sé compasivo con todos, especialmente contigo mismo/a

Si no se abraza la cruz no hay salvación