Si no se abraza la cruz no hay salvación

1. Vivimos en un mundo lleno de sufrimiento y de injusticias. Robos, violaciones, adicciones, asesinatos, personas que mueren de hambre y de enfermedades incurables, accidentes, desastres naturales, corrupción en los gobiernos, bullying, depresión, suicidios, neurosis... Eso sin contar sufrimientos cotidianos como son las decepciones amorosas, las traiciones de los amigos, problemas familiares, laborales, escolares... y la lista podría seguir...

2. ¿Cuál podría ser la salvación para un mundo sufriente como el nuestro? En el presente escrito presentaré argumentos para demostrar que la única salvación es la cruz y que esta premisa es verdadera incluso para agnósticos y ateos.

3. Para comenzar, quiero responder a un cuestionamiento sarcástico de parte de uno de los ateos más prominentes de la actualidad y que a primera vista parece bastante razonable:

"...este 'Dios genio', no pudo pensar en una manera mejor de perdonar nuestros pecados, que venir a la Tierra... dejándose torturar y ejecutar horriblemente..."Richard Dawkins  

Jesús no murió en la cruz para salvarnos del dolor. Jesús tampoco quiso nunca erradicar el sufrimiento. No podía, no por falta de capacidad, sino por fidelidad a sí mismo. Dios da siempre libertad. Si de capacidad se trata, un ser omnipotente es capaz de erradicar el dolor en un instante, e incluso sería capaz de transformar en bondad la maldad de los corazones de todos los criminales y pecadores. Pero eso sería atentar contra el libre albedrío.

Si por ejemplo, tú pudieras hipnotizar a tu crush u obligarla/o a amarte, ¿lo harías? En ambos casos no sería una persona libre la que te amaría sino más bien una marioneta o una esclava. El verdadero amor solo puede florecer desde el terreno de la libertad.  

4. Pero entonces, ¿por qué tuvo que morir el Hijo de Dios de esa manera? Porque Dios es bondadoso y misericordioso, pero también justo. La maldad y la injusticia, simplemente no pueden quedar sin castigo. La muerte de Jesús en la cruz fue el modo de Dios de reconciliar su misericordia y su justicia. Toda la maldad de los seres humanos nos tenía en deuda con Dios, una deuda que no podíamos pagar. Así que Él la pagó por nosotros. En eso consiste la expiación, que equivale a decir “Yo pago por ti”.

Imagina por ejemplo que tienes un familiar (hermano, sobrino, primo) de unos 5 años de edad y que por travieso, este niño provoca un incendio en tu casa y queda atrapado en él. Si a cambió de sufrir quemaduras severas o de perder un brazo o un pierna pudieras salvarlo, ¿lo harías? En caso de que lo hicieras, estarías llevando a cabo un acto de expiación y de salvación. En esta analogía, la humanidad es como ese niño pequeño que, por inconsciencia y por rebeldía se mete en problemas que no puede resolver por sí mismo. Y Dios es como esa persona mayor que se sacrifica a sí mismo con tal de salvar a su pequeño.

5. Así pues, habiendo establecido que, como consecuencia del libre albedrío, es inevitable que el ser humano (se) provoque sufrimiento y cometa maldades e injusticias, todavía queda por resolver qué hacer hoy en día, a más o menos 2000 años de que Cristo murió en la cruz, con todo el sufrimiento que sigue existiendo en el mundo. Esa podría ser una objeción interesante de un no creyente: que en realidad nada ha cambiado y que aparentemente la crucifixión del Mesías no resolvió nada.

Desde la fe podríamos responder que el sacrificio de la cruz ganó para nosotros el perdón de Dios y la posibilidad de tener arrepentimiento y conversión. Pero incluso para alguien que no tiene fe, la Pasión de Jesucristo esconde una enseñanza crucial para su vida y el secreto para la salvación del mundo.

6. Tomando cruz como sinónimo de sufrimiento, podemos decir que hay 4 tipos de cruces: (1) la cruz de la vulnerabilidad humana (porque todos somos vulnerables a enfermedades y a heridas físicas y emocionales), (2) la cruz del pecado (el sufrimiento que el ser humano se provoca a sí mismo y le provoca a otros con su mal comportamiento; alcoholismo, agresiones o robos a otros, por ejemplo), (3) la cruz de luchar por la justicia (lo que sufre una persona por actuar honestamente en medio de un mundo corrupto), y (4) la cruz voluntaria (desvelarte para consolar a una amistad con el corazón roto, por ejemplo; es decir un sufrimiento asumido voluntariamente para procurar el bienestar de otra persona).

7.  La Pasión de Jesucristo da respuesta a los dos primeros tipos de cruces y establece los dos últimos como solución para los problemas de nuestro mundo. La respuesta para la cruz de la vulnerabilidad humana y para la cruz del pecado es que al sufrimiento inevitable no se le rechaza ni se le huye, simplemente se le acepta, se le aprovecha como experiencia y se utiliza en favor de otros. Como ejemplo podríamos citar a alguien que cayó en el alcoholismo y sufrió física y psicológicamente debido a ello (involucra ambos tipos de cruz porque tiene que ver con nuestra vulnerabilidad y porque es resultado de un pecado o mal comportamiento), pero luego supera su adicción y se dedica a ayudar a otros a partir de su experiencia. Tal persona, en lugar de hacerse la víctima de lo que vivió, acepta su pasado y aprovecha su experiencia y su maduración para rescatar a otros que viven algo semejante. Eso es cumplir con dos mandatos de Jesucristo: cargar la cruz y amar al prójimo.

"El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga". Mc 8, 34

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Mt 22, 39

Por otro lado, cargar la cruz de luchar por la justicia y la cruz voluntaria son la única salvación para el mundo, debido a que, si quienes vivimos una situación privilegiada, optamos por una vida placentera y cómoda, terminamos por contribuir por omisión a que el mundo siga empeorando. Si como se dice en la cosmovisión atea, no hay Dios ni cielo ni infierno, entonces no importa mucho si tú optas por una vida cómoda en la que no te metas con nadie y no hagas cosas malas. Solo con eso serías una “buena persona”. Pero si en cambio, creas o no en Dios, quieres un mundo mejor, no hay otra salida que optar por la cruz voluntaria y por la cruz de luchar por la justicia. Y eso, querido lector, es imitar a Jesucristo.

8. Yendo aun más lejos, podemos decir que la cruz voluntaria resulta indispensable para tu desarrollo humano y espiritual, y con esto me estoy refiriendo a la cruz de reconocer tus defectos y errores, sin mentiras, sin autoengaños. Lo más común en el ser humano es que se justifique, que niegue sus errores, que responsabilice a otros o que finja que no ha pasado nada. Es natural, ya que resulta incómodo e incluso doloroso reconocer nuestros defectos y errores, y los seres humanos tenemos una tendencia muy arraigada a evitar el dolor. Pero solo cuando se asume tal sufrimiento voluntariamente es posible crecer, madurar.

Si por ejemplo, sueles tener dificultades en las relaciones amorosas, es más fácil responsabilizar a la otra persona, al sexo opuesto en general ("todos/as son iguales"), a Cupido, al destino, incluso a Dios. En cambio es bastante incómodo reconocer que es uno mismo el que necesita cambiar y mejorar en ciertos aspectos...

He ahí la paradoja: cuando huyes de la cruz sufres más, quedas atrapado en un ciclo repetitivo de sufrimiento y te estancas en tu proceso de crecimiento; y en cambio, cuando abrazas la cruz, aunque duela un poco, después viene la libertad y la maduración.